Mark Meadows, el último jefe de Gabinete de Donald Trump en la Casa Blanca, ha testificado contra el expresidente de EE.UU. a cambio de inmunidad dentro de un acuerdo con el fiscal especial que investiga la campaña del multimillonario neoyorquino para dar la vuelta a los resultados de las elecciones de 2020.
Así lo revela ABC News, que asegura que, según fuentes conocedoras del caso, Meadows testificó al menos tres veces ante Jack Smith, el fiscal especial que investiga dos de los casos por los que Trump ha sido acusado de delitos: esa campaña para mantenerse en el poder tras ser derrotado por Joe Biden en 2020 y la retención de cientos de documentos clasificados tras salir de la Casa Blanca.
Una de las claves del primer caso, que irá a juicio en marzo del año que viene, será si Trump podrá demostrar que no mentía ni diseminaba falsedades a sabiendas sobre su derrota electoral. El testimonio de Meadows, inseparable por su cargo de Trump durante aquellas semanas de finales de 2020 y principios de 2021, será decisivo en ese sentido.
Según las fuentes que hablaron con ABC News, Meadows aseguró a los investigadores que insistió en muchas ocasiones ante Trump que sus alegaciones de fraude electoral masivo -del que ni los tribunales ni Departamento de Justicia del propio Trump encontraron evidencias- no tenían base. El que fuera de jefe de Gabinete del acusado también dijo a la fiscalía que Trump fue «deshonesto» cuando aseguró que había ganado las elecciones poco después de que se cerraran las urnas el 3 de noviembre de 2020 (el recuento se alargó varios días por la presencia de abundante voto por correo y el resultado ajustado en varios estados).
La posición de Meadows es habitual en la mayoría de los republicanos: no contradicen la versión de Trump sobre las elecciones de 2020 por miedo a perder el favor del expresidente -la persona con más poder en el partido gracias a una base electoral muy leal- hasta que no tienen mayor interés en política o se ven forzados por las circunstancias. En el caso de Meadows, las circunstancias eran una posible imputación dentro de esta investigación.
La postura ofrecida por Meadows ante los investigadores es muy diferente a la que defendió en unas memorias publicadas a finales de 2021, en el que aseguró que la elección fue «robada» y «amañada» con la ayuda de los medios progresistas, que ignoraron «las pruebas de fraude, delante de sus propios ojos y disponibles para que cualquiera las analizara». Aquel libro fue alabado por Trump, que calificó a Meadows de «amigo especial» y «gran jefe de Gabinete, mejor imposible».
Bajo juramento, amenazado por el perjurio, Meadows veía las cosas de otro modo. Aseguró a los investigadores que no había visto pruebas de fraude masivo y que estaba de acuerdo con la opinión gubernamental de que las elecciones de 2020 fueron las más seguras de la historia. También reconoció que no era verdad que, como aseguró en el libro, «nuestras remisiones al Departamento de Justicia no fueron investigadas a fondo».
Meadows no fue imputado en este caso por Smith, pero sí en otro similar de naturaleza estatal que se ventila en Georgia, donde ha buscado que su acusación se traslade a la jurisdicción federal.
El testimonio de Meadows tiene muchos riesgos judiciales para Trump. La primera reacción del expresidente no fue atacar a su exsubordinado, sino cuestionar la información publicada por ABC News. Pero lo hizo sin gran pasión, solo compartiendo un mensaje en X (la red social antes conocida como Twitter) de una periodista que incluía la reacción de George Terwilliger, el abogado de Meadows. «Dije a ABC que su información era en su mayoría inexacta. La gente juzgará por ellos mismos su decisión de publicarla».